UNA PISCINA CENTENARIA EXCAVADA EN ROCA

La relación del ser humano con el agua es infinita. Tanto es así, que dicen que somos un 95% de agua. Es por eso que nos afecta la luna llena, especialmente en las mujeres, tal y como lo hace sobre los océanos con sus cíclicas mareas. Las denominadas «piscinas» naturales no son otra cosa que pequeños (o no tan pequeños) embalses de agua que la propia erosión del río y el infinito tiempo con su eterna paciencia que todo lo transforma se han encargado de moldear pacientemente.

Siempre estuvieron ahí pero no ha sido hasta tiempos recientes, con la generalización del turismo, cuando ayuntamientos y corporaciones locales han tenido que llegar a limitar, generalmente vía canon económico, la masiva afluencia de bañistas.

Las hay de todos los tipos, pero el denominador común es la belleza, como no podría ser de otra manera en cualquier entorno natural. Todos tenemos la imagen de las denominadas «películas de romanos» que tanta fortuna hicieran durante la década de los años sesenta, cuyo tiempo parecía transcurrir plácidamente en las denominadas Termas de la actual capital italiana. Y es que las aguas termales no son tan poco comunes como se podría esperar.

El agua, que todo lo regula, desde el clima del planeta hasta nuestro propio cuerpo, contiene la sabiduría misma de la madre naturaleza. Afortunadamente en la actualidad podemos aproximarnos de forma bastante fiel a la realidad natural. Así, encontramos no pocos hoteles y establecimientos turísticos, ubicados en algún confín de nuestra extensa geografía que reproducen, o incluso aprovechan la ya existente, belleza de su entorno natural. Las piscinas que se ubican en dichos establecimientos hoteleros son de todos los tipos. Cada vez la sofisticación se ha hecho más patente. En este sentido, un caso explícito que combina el glamour con el recuerdo de los embalses naturales o las termas romanas se encuentra en Francia.  

Desde hace más de un siglo, este glamour natural envuelve la piscina del hotel du Cap-Eden-Roc, uno de los rincones más emblemáticos de la Costa Azul francesa. Excavada en la roca, de agua salada y climatizada, ofrece una hermosa estampa con vistas sobre el Mediterráneo, la localidad de Juan-les-Pins, el macizo de Esterel y las islas Lerins. Relajarse en la piscina al atardecer se convierte en una sensación incomparable. Con sólo teclear su nombre en el google puede usted acceder a toda la información necesaria para una visita. Desde aquí le recomendamos su infinita puesta de sol en una de las ubicaciones más extraordinarias de nuestro mar Mediterráneo.